La primera mención de Lamia aparece en la mitología griega. Existen dos versiones de su origen. En la primera fue una reina hermosa y bárbara en extremo, que según ciertas tradiciones arrancaba los niños del regazo de sus madres para darles muerte y devorarlos: los dioses cansados de sus crímenes, la metamorfosearon en una bestia feroz. Era objeto de miedo para los niños y personas supersticiosas. En la segunda versión, el poeta Diodoro y algunos autores, dicen que Lamia fue una vez reina de Libia, amante del dios Zeus, que pierde a sus hijos después de ser asesinados por la diosa Hera -esposa de Zeus-. Esta se hizo cruel después de la muerte de sus hijos, cuyo inesperado suceso, la privo de razón y la volvió envidiosa de la dicha de otras madres, se arrojaba sobre sus nodrizas y las devoraba.
En épocas posteriores, las Lamias fueron concebidas como mujeres fantasmales y guapas, que por artificios voluptuosos atraían a los jóvenes para disfrutar de su carne y sangre fresca, joven y pura. Estaban así asociadas a lo que los vampiros son en las leyendas modernas. Como criaturas mitológicas fueron representadas por lo común con rostro y seno de mujer, y cuerpo de serpiente: según otros autores, mudaban de forma a su capricho, a fin de engañar a las personas que se proponían atraer. Las Lamias tenían otro medio de seducción, una especie de silbido tan agradable, que los forasteros se sentían invenciblemente atraídos hacia ellas, cuando estaban sin disfraz, después de sus festines, su forma era horrible, su rostro reluciente como el fuego, su cuerpo todo ensangrentado, sus pies de hierro o plomo, en ocasiones parecían estar ciegas, en otras se aplicaban un ojo, bien en medio, o a un lado del rostro. Se creía que estos monstruos se encontraban con mucha frecuencia en África y en Tesalia, en las laderas de los grandes caminos donde acechaban el tránsito de los viajeros, destinados a ser presa de su voracidad. Estas fábulas son relaciones exageradas sobre un mismo hecho muy antiguo, que hasta el día no ha sido fácil conocer.
Lamia y Lamashtu
Lamia está relacionada a la mitología mesopotámica con la criatura Lamashtu. Lamasthu fue un demonio de naturaleza divina, era hija del dios Anu. Al igual que su contraparte griega, Lamashtu atacaba a los niños recién nacidos, inclusive a los que aún no lo habían hecho, y su apariencia era la de un ser híbrido, mezcla de mujer y animal que iba variando. Fue un demonio bastante temido.
Lamia en la literatura
"Philostratus en su cuarto libro, Sobre la vida de Apolonio", da un ejemplo memorable de este tipo, que no puedo omitir, sobre un tal Menippe Lycia, un joven de 25 años, que conoció a una criatura fantasmal con el disfraz de una hermosa joven; Tomando su mano, ella lo llevó a su casa en los suburbios de Corinto y le dijo que era fenicia y que si él vivía con ella, "la oirían cantar y tocar, y beberían tales vinos que no bebía vida, y nadie interferiría con ellos; ella vivirá fiel y fielmente con él y morirá con él, y le promete que lo hará fielmente”. El joven era un filósofo, vivía de manera tranquila y modesta y sabía cómo contener sus pasiones, pero no pudo resistir la pasión por el amor; La lamia, y que todas sus posesiones, como el oro de Tántalo descrito por Homero, no son nada real, una imaginación. Cuando vio que estaba expuesta, lloró y le pidió a Apolonia que permaneciera en silencio, pero eso no lo tocó, y en ese momento ella, los platos de plata, la casa y todo lo que contenía, desaparecieron: "muchos miles de personas supieron sobre este incidente. Porque sucedió en el centro de Grecia".
Robert Burton "La anatomía de la melancolía"
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