sábado, 13 de septiembre de 2014

El mito de Níobe



Níobe fue un personaje de la mitología griega nieta de Atlas, hija de Tántalo, esposa de Anfión rey de Tebas, hermana de Pélope y reina de Frigia. Tuvo, siete hijas y siete hijos. Orgullosa de su fertilidad, se aventuró a compararse con Leto, la madre de Apolo y Artemisa, e incluso se puso por encima de ella. Para castigar este orgullo, la diosa le ordenó a Apolo que perforara con sus flechas a los hijos de Níobe. Este castigo no fue suficiente para Níobe que volvió a desafiar a la diosa.


La leyenda de níobe nos dice:


Níobe estaba tan orgullosa de la cantidad de hijos que tenía que se jactó ella misma como superior a la titánide Leto, que solo tenía dos hijos con Zeus, quienes eran Apolo y Artemisa.

Níobe se consideraba la madre y mujer más feliz del mundo: tenía un marido maravilloso, hijos apuestos e hijas hermosas. Así que incluso se consideraba más afortunada que muchas diosas y no había nada de malo en eso, pero su orgullo no tenía límites y el orgullo precede a la caída.

Una vez una profetiza de nombre Manto la hija de Tiresias instó a las mujeres de Tebas a traer sacrificios a la diosa Leto y sus hijos, Apolo y Artemisa, ya que había oído por casualidad una declaración temeraria por parte de Níobe y aconsejó a las tebanas que aplacasen a Leto y sus hijos inmediatamente quemando incienso y adornándose el cabello con ramas de laurel. Cuando el aroma del incienso flotaba ya en el aire apareció Níobe seguida por una multitud de acompañantes y vestida con una espléndida túnica frigia y el largo cabello suelto. Interrumpió el sacrificio y preguntó furiosamente por qué Leto, mujer de ascendencia oscura con una hija hombruna y un hijo afeminado, había de ser preferida a ella, Níobe, nieta de Zeus y Atlante, terror de los frigios y reina de la casa real de Cadmo.
Aunque el destino o la mala suerte podían quitarle dos o tres de sus hijos, ¿no seguiría siendo la más fértil?

Abandonando el sacrificio, las tebanas aterrorizadas trataron de aplacar a Leto murmurando plegarias, pero era ya demasiado tarde. Pero la reina, Níobe, que en estos casos se supone debía predicar con el ejemplo, se negó a seguir la llamada de Manto, pues la diosa solo tenía dos hijos.


El mito de Níobe



Leto decidió castigar por esto a Niobe. Llamó a sus hijos y les cuenta el actuar de la reina. En un instante Apolo se transporta a las murallas de la ciudad de Tebas, y ve a los hijos varones de la reina, matándolos a todos con sus flechas, el último de los hijos de Níobe, el joven Ilion levantó sus manos al cielo, rogando a los dioses por su misericordia su petición conmueve a Apolo, pero las flechas mortales ya han iniciado su viaje.

Al enterarse de la muerte de todos sus hijos el rey Anfión se suicida, Níobe en la desesperación levanta las manos al cielo, pero no pidiendo misericordia, sino pronunciando las siguientes palabras:

"Alégrate, diosa cruel de mis sufrimientos - También debes saber esto: y en mi desgracia yo soy más feliz que tú, porque todavía tengo más hijos de los que tú has tenido"

En lugar de responder, Artemisa asesina a las hijas de Níobe. Únicamente entonces se rompe el orgullo y ella ora a Leto, rogándole que le dejara al menos un hijo. Pero el corazón de la diosa fue inflexible. Zeus conmovido por el llanto y el dolor que esta sentía por la pérdida de sus hijos metamorfoseó a Níobe en una piedra, y la puso sobre el monte Sípilo en Lidia. 
Aunque transformada en una roca, un monumento eterno de la venganza de los dioses, ella continuó llorando su desgracia (Homero, II., XXIV, 602-17).

Todos los hombres guardaron luto por Anfión y lamentaron la extinción de su estirpe, pero nadie guardó luto por Níobe, excepto su hermano Pélope, tan orgulloso como ella

Pausanias nos dice que él mismo estaba en el Monte Sípilo, y que vio la estatua de Níobe:

"Es", dice, "una roca escarpada que, desde la distancia, en realidad se parece a una mujer con la cabeza gacha y llorando".


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La roca de Níobe en el monte Sípilo

Tal es la leyenda homérica sobre Níobe. Los autores posteriores, y especialmente las publicaciones dramáticas, lo han modificado considerablemente. Aquí están las principales diferencias que ofrecen sus escritos: Hesíodo y Pindaro tienen veinte Nióbidas; Alcmán, solo la mitad de este número; Safo reconoce dieciocho, Eurípides catorce; Herodoto, cinco Helánico le da a Níobe tres hijos y tres hijas: Archenor, Menestrate, Archagoras, Pelopia, Ogigia, Astícratia; mientras que Ferécides que sigue la tradición homérica, menciona doce: Alalcomene, Perce, Eudorus, Lisipo, Xanthus, Argius, Chione, Clytie, Melie, Hore, Lamipe, Pelopia. En Apolodoro, hay catorce Niobidas: Sípilo, Eupinito, Ismeno, Damasicton, Agenor, Fedimo, Tantalo, Etodea o Neere, Cleodoros, Astycheh, Ftía, Pelopia, Asticrata, Ogigia. Tzetzes agrega a esta lista el nombre de Homolois, y Ovidio aún menciona a Alfenor e Ilioneo.

Homero da muerte a todos los Niobidas bajo las manos de Apolo y Artemisa. Más tarde, los mitógrafos dicen que Amphion o Amycla y Neree lograron escapar. Según Apolodoro, los hijos de Níobe fueron asesinados por Apolo, mientras cazaban en el monte Citerón, y Artemisa mato a sus hermanas en Tebas. Ovidio mató a los primeros en las llanuras de Tebas, donde se dedicaban a ejercicios gimnásticos, y a las últimas en los funerales de sus hermanos. Otros los destruyen a todos en Lidia o relata que Níobe, después de haber viajado de Tebas a este país después de la muerte de sus hijos, se refugió con su padre Tántalo y, en sus oraciones, fue convertida en piedra por Zeus. 


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Artemisa y Apolo matando a los niobidas. Cráter de Orvieto. Museo del Louvre


Los simbolistas han interpretado de diversas maneras el mito de Níobe. Para algunos, Níobe sería una personificación de las nubes; Sus hijos no serían más que las nubes atravesadas por los rayos del sol (Apolo). Para Max Müller, Níobe es una diosa del invierno y la nieve, cuyos hijos, asesinados por Apolo y Artemisa, simbolizan la nieve y el hielo fundidos en la primavera bajo los primeros rayos del sol. 

En las obras de la literatura y el arte Níobe es la personificación de la pena, dolor, sufrimiento, aunque también de la arrogancia.

1 comentario:

  1. En general, son muy acertados la interpretación simbolica de los Mitos. Recomiendo la lectura del libro "Morfología" de José Caballero.

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