El cuervo, sin hacer referencia a ninguna especie en particular, tiene una influencia considerable en la cultura humana, ya que está presente en las leyendas y la literatura de todas las edades. Juega con frecuencia un papel de pícaro, de héroe, o contribuye por su astucia a la creación del hombre. Con el tiempo, el ave adquiere un mal nombre debido a su plumaje negro, llanto ronco y su alimentación basada en animales muertos o carroña. Esto se da especialmente en la Europa cristiana, que se traduce en una progresiva demonización y una reputación de pájaro de siniestro o India donde el Mahâbhârata, lo describe como un mensajero de la muerte.
En la mitología griega, Apolo estuvo una vez tan enamorado de la princesa Coronis, hija del rey Flegias, a quien confió a un cuervo blanco para que la cuidara. Un día, Coronis se dejó seducir por un mortal llamado Isquis. Apolo fue advertido de esta traición por su don de adivinación o por la indiscreción de este cuervo. Apolo se puso tan celoso que mató a la joven con una flecha en el pecho. Pero, aunque estaba a punto de morir, Coronis le confesó que esperaba un hijo suyo. Salvado solo por Apolo, este niño, Asclepio, fue confiado al centauro Quirón, a cargo de educarlo. Como castigo por su negligencia, Apolo vistió al cuervo con un plumaje negro oscuro. Los antiguos tomaron a su canto como ominoso.
Su estado es más ambiguo entre los hebreos. En Génesis, es un cuervo el que Noé envía primero para advertirle del fin del diluvio. Pero este falla donde la paloma triunfará. El libro de Job, por su parte, muestra que Dios cuida de los cuervos, mientras que Deuteronomio los clasifica entre los animales impuros, etc. El cuervo también podría considerarse de una manera positiva, al igual que su análogo al águila, con el que a menudo comparte la facultad de adivinación.
En la mitología nórdica, los cuervos Hugin y Munin están sentados sobre los hombros del dios Odín y le reportan todo lo que ven y lo que oyen. Hugin representa la reflexión, en el sentido de "pensamiento" y "reflexión", mientras que Munin representa "la memoria". Odín los envía por todo el mundo todos los días para averiguar qué está pasando. Como los cuervos son carroñeros que consumen, entre otras cosas, la carne de cadáveres humanos que quedan cerca de los sitios de ejecución o en los campos de batalla, a menudo se los asocia con las almas muertas y perdidas. En muchas culturas occidentales, los cuervos también se han considerado a menudo como aves siniestras, en parte debido al simbolismo negativo de su plumaje negro. Así, en Suecia, los cuervos representan los fantasmas de los asesinados, y en Alemania representan las almas de los condenados.
En la Iglesia primitiva el Espíritu de la Oscuridad estaba representado por el cuervo. Por un lado, un compañero de las brujas y un confidente del diablo. Pero, por otro lado, un símbolo de fidelidad marital debido al hábito de crear parejas eternas que tienen estas aves.
Los cuervos fieles actuaron como guardianes del cuerpo de San Vicente, que fue asesinado por orden del prefecto romano Daciano, según la leyenda un cuervo de grandes dimensiones, se posaba sobre el cadáver y lo protegía de los animales salvajes que se acercaban, hasta que su cuerpo sea enterrado por los fieles. Esta ave es el atributo de San Pablo, el Ermitaño, a quien un cuervo le llevaba medio trozo de pan a diario para alimentarse. A San Expedito quien Expedito tenía una vida disipada en el momento de su conversión se le apareció un cuervo (ave que representa al demonio), el cual lo seducía a no convertirse al cristianismo al grito de «cras cras cras», que en latín significa "mañana". Expedito respondió: «¡Hodie hodie hodie!», que significa "¡hoy!", y luego aplastó al cuervo con el pie derecho.
En China, el cuervo, está asociado con el Sol. En Japón, un cuervo (especialmente rojo) aparece como un símbolo del sol y un mensajero de los dioses
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