La herradura es un símbolo de buena suerte que se utiliza como amuleto desde la Edad Media. Su forma y aspecto en general ha evolucionado poco desde su concepción original hace cientos de años. Las herraduras de hoy no solo están hechas del hierro mágico y místico, sino también de otros metales, incluido el aluminio. Ningún mal augurio parece estar relacionado con el símbolo de la herradura. Incluso si una persona simplemente sueña con encontrar una se cree la buena suerte le llegará. Encontrar una herradura normalmente se asocia con dos significados:
1. predicción de la buena fortuna que vendrá
2. ser una protección contra la desgracia
Aunque los orígenes no se conocen con exactitud, se cuentan algunas historias de como la herradura se convirtió en el símbolo de la suerte
Omega Ω
La última letra del alfabeto griego, Omega, tiene la forma de una herradura. Los antiguos griegos fijaban dicha letra Ω (símbolo del fin) en sus paredes para protegerse contra la peste. Los romanos siguieron esta costumbre y empezaron a colocar herraduras en sus muros, creyendo que la herradura era un hábil defensor contra la terrible enfermedad.
Diosa de la luna
Para los pueblos caldeos del siglo VIII, en el antiguo Medio Oriente, la forma de medialuna de la herradura era una representación de la diosa luna, que protegía a los creyentes del mal de ojo brindándoles buena suerte y protección.
San Dunstan y la herradura
Otros creen que las herraduras se convirtieron en sinónimo de suerte en el año 969 d.C. cuando san Dunstan clavó una herradura en la pezuña del diablo cuando este le pidió que cambiara las herraduras de su caballo. El dolor era enorme y Dunstan accedió a quitarle la herradura y liberarlo solo después de que prometiera no volver a entrar en una casa donde hubiera una herradura en la puerta. Naciendo así un amuleto de la suerte para alejar el mal.
Brujas y espíritus malignos
A lo largo de la Edad Media existía la creencia de que las brujas y los espíritus malignos tenían miedo a los caballos, principalmente a las herraduras, ya que estaban hechas de hierro y el hierro resistía el fuego. Los ataúdes de las brujas enterradas tenían clavada una herradura para evitar que resucitaran.
En el mar, los marineros solían asegurarse de que se clavara una herradura en el trinquete de sus barcos para evitar que las brujas y los magos maldijeran el viaje o dañaran el barco. Al colgar la herradura, se evita la entrada de la mala suerte y el mal y también se asegura una llegada segura a su destino.
¿Herradura, apuntando hacia arriba o hacia abajo?
Ha habido un debate interminable sobre la forma correcta de colgar una herradura. Muchos creen que se debe colgar en forma de “U”. Así, la herradura atraparía y recogería la buena suerte para el hogar o el granero donde cuelga. Algunos piensan que si se cuelga boca abajo, toda la buena fortuna y los poderes protectores se agotarían. Sin embargo, hay quienes optan por colgarla al revés, creyendo que al pasar por debajo de ella, todas las vibraciones positivas “lloverían sobre uno”. Durante la Primera Guerra Mundial, las herraduras se colgaban boca abajo fuera de los cuarteles, para hacer llover buena suerte sobre los soldados.
Herraduras en el dormitorio
Algunas tradiciones prescriben colgar una herradura en el dormitorio para evitar que las pesadillas invadan el sueño. Si la herradura se clava hacia arriba, se incrementarán los poderes masculinos del durmiente. Si la durmiente es una mujer, sus poderes latentes se despertarán si las puntas miran hacia abajo.
Se hacen siete agujeros en la herradura para mantenerlo en su lugar. Da la casualidad de que siete es uno de los números afortunados de la tierra. Hay siete días de la semana, siete mares, siete continentes e incluso siete colores en un arcoíris.
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