Para los nativos americanos el coyote Canis latrans fue una criatura sagrada que aparecía con frecuencia en su mitología y folclore. Figuras por antonomasia del pícaro o trickster, los coyotes, por un lado, rompían las reglas para hacer el bien a las personas, pero, por otro lado, también las rompían para provocar conflictos (principalmente entre los dioses). La palabra "coyote" fue originalmente una corrupción española de la palabra náhuatl (azteca) para el animal, coyotl. Por lo general, era retratado como un demiurgo (una fuerza creadora pero sin ser Dios) que lograba una gran hazaña con efectos sociales fundamentales, por ejemplo, explicando la agricultura a la gente o trayendo fuego. Por su capacidad de sobreponerse a las innumerables amenazas. Pasando de ser un observador sutil a un luchador aguerrido según sea necesario. El coyote fue un símbolo de adaptabilidad como también un símbolo de precaución e inteligencia -llegando incluso a ser vistos como embaucadores debido a estas características-. Fue considerado un astuto superviviente.
Al igual que los coyotes reales, los coyotes mitológicos solían ser notables por su ingeniosa inteligencia, sigilo y apetito voraz. El coyote ocupaba un lugar especial como bribón en los cuentos populares de los pueblos indígenas de América, a veces tomando la forma de un coyote real, a veces la de un hombre. Al igual que con otras figuras bromistas, el coyote actúa como un héroe picaresco que se rebela contra las convenciones sociales a través del engaño y el humor. Es una figura muy ambivalente. Encarna el principio de los opuestos. No es ni bueno ni malo, es astuto y al mismo tiempo un tonto. En todas las facetas de sus hechos el coyote se convierte en un símbolo de la ambigüedad de la vida.
El coyote probablemente recibió este papel de bribón debido a la inteligencia y la adaptabilidad del animal; los pueblos precolombinos americanos observaron su comportamiento, y sus representaciones populares reflejaron sus atributos. Sin embargo, la personalidad del coyote variaba ampliamente de una tribu a otra. En algunos mitos el coyote fue un héroe que crea, enseña y ayuda a los humanos; en otros, fue una especie de antihéroe que demostraba los peligros de comportamientos negativos como la avaricia, la imprudencia y la arrogancia; en otros era un personaje cómico tramposo, cuya falta de sabiduría lo metía en problemas mientras que su inteligencia lo sacaba de ellos. En algunas historias de coyotes, fue incluso una especie de combinación de los tres a la vez.
Así en el coyote fungía de Arlequín, capaz de engañar a otros animales para promover sus propios intereses. Sin embargo, sus tramas y planes a menudo resultaban contraproducentes, causando al coyote más penas que alegrías. Estas historias ayudaban a mostrar al nativo cómo la cooperación es mucho más eficaz que avanzar a expensas de otros. Él proporciona el perfecto ejemplo de que un mal comportamiento puede beneficiar a corto plazo, pero a largo plazo tu engañosa y egoísta ganancia no te servirá.
A diferencia de otras tribus nativas, los Achumawi veían al coyote bajo una luz generalmente positiva: Jamul la deidad coyote a veces desempeña el papel de un tramposo o mujeriego, particularmente en contraste con su compañero más serio y sabio el zorro (Kwahn), pero seguía siendo un héroe cultural respetado que ayudó a crear el mundo y enseñar a los humanos las artes de la civilización.
"El viejo coyote"
Huehuecoyotl, también conocido como "El viejo coyote", fue el dios azteca de la danza, la música, las trampas y el sexo. Representado como un coyote rojo con pies y manos humanos con plumas verdes. Aunque generalmente retratado como un hombre, Huehuecoyotl fue parte de la familia Tezcatlipoca y, por lo tanto, heredó la capacidad de cambiar de forma a voluntad, incluido el sexo.
Un verdadero bromista, varios mitos muestran a Huehuecoyotl jugando trucos a otras personas, especialmente a los otros dioses, pero sus juegos en general fracasaban y hacían más daño a Huehuecoyotl que a sus víctimas. Sin embargo, es digno de mención que Huehuecoyotl podría ser bastante cruel si fuera necesario, y se sabía que causaba guerras entre los mortales por el simple placer de aliviar su aburrimiento.
A pesar de esto, Huehuecoyotl no era un dios sádico. De hecho, generalmente era amigable con los humanos, y a menudo lo acompañaban uno o más humanos que tocaban el tambor mientras bailaba. Otro ejemplo de la proximidad de Huehuecoyotl con la humanidad fue la creencia de que, dado que podía cambiar de forma, también podía cambiar el destino de los hombres, y las personas de la época de hecho rezaban por su intercesión cuando creían que algún otro dios les había lanzado una plaga. Debido a esto, hubo un favoritismo en su adoración por beneficios prácticos y espirituales.
Este aspecto dualista de su personalidad hizo que Huehuecoyotl representara lo más parecido al concepto de Yin y Yang que el pueblo azteca tenía en ese momento. También fue el único amigo de Xolotl, dios del fuego y la enfermedad, una asociación creada por el aspecto canino de ambos dioses.
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